
Mi madre es un caso y bueno lo de mis padres, en general, y lo de sus amigos de la playa, también. Todos son vecinos y ya me gustaría a mí meterme en la “cabecica” de más de uno de ellos, porque vosotros me diréis qué he de pensar de lo que os cuento a continuación.
Una tarde de verano, justo cuando el sol se ha ido y se está más a gusto en tierras playeras, observo una mujer a lo lejos, cerca de la orilla, en el sitio donde mis padres parecen haber colocado una señal con su nombre. Me fijo bien, pero nada, mis dioptrías han crecido desorbitadamente, cuando intuyo la figura de una persona con un sombrero blanco estilo cow-boy, haciendo señales de socorro; primero brazo a un lado, luego al otro y ajetreo descontrolado… De fondo se oye a mis amigos: “Gema, es tu madre y viene para aquí”. Y yo pienso: ¡Ya estamos! ¡Ea, qué otra vez quiere ella cotillear qué andamos haciendo…!” Sí, porque su condición es ésa, no os penséis que viene a preguntarme qué tal todo, o cómo he comido en el chiringuito que me recomendó, ¡no! Ella viene a fichar al chico nuevo con el que me ha visto jugando a las palas, aunque por el camino hacia mí tenga que correr una maratón para no quemarse la planta de los pies… En fin que al final me tengo que levantar de la toalla y salir pitando hacia donde se encuentra “la mamma”.
-¡Mamá! ¿Ónde vas?
- Gema, ¿tú sabes lo que es el taperses?
Me quedo paralizada, pensando que entre los mayores se han llevado algun vinito, pero ante mi cara ella prosigue.
No, los tuppers de comida. Eso no, que ya tu tía y yo hemos pensado en que otra vez comprar cacerolas, no, que ya tenemos un ajuar y a ver ahora cómo las guardamos. Y, resulta que, eso no es. Así se estaban riendo todas con nosotras...
- Mamá que sí que sé lo que es.
-¿Síiii? ¡¿Pero y tú cómo sabes eso¡? Gema, que no es lo de la comida…
Y ahora ella me mira paralizada. ¡Pobre madre!, que su hija conoce de esos temas prohibidos, que tantos años de educación religiosa… Pero como es una mujer abierta a los nuevos tiempos, olvida por un instante su sorpresa para incidir en el asunto, por el que ha corrido los 100 metros lisos.
- Bueno, ¿pues es que una amiga de…, que conoce a … y nos van a dar una sesión de tuppersex.
¡Toma! Ahí lanza la bomba… ¿Qué, qué? Pero ahora sí que se me ha caído a mí el mundo de estereotipos encima. Pero, vamos a ver, ¿no se supone que los padres dan ejemplo y que nosotros sus hijos, los que vamos innovando por la vida? ¡No!, en mi caso, claro… Imaginaos mi incomprensión por unos instantes: mi madre que seguro que no conoce ningún aparatito de esos y ¡quiere ir a una cita!
- Mamá no me entero… ¿Tú sabes qué es?
- Sí que ya nos lo han explicado. Ahora, a tu hermana y prima, ni pío, no se vayan a enterar y, encima quieran aparecer también.
Sí, sí esto complicaría más aún todo. Privilegios de ser mayor, hermana, que los secretos más íntimos te los cuentan y la verdad es que esos preferiría habérmelos saltado…
Total, que ante las palabras de mi madre, decidí comprobar todo. Llego a la reunión de amigas confabuladoras y efectivamente me confirman el panorama al que piensan enfrentrarse en unos días. Mi cara de satisfacción fue digna de ser fotografiada, pues una vez pasado el momento de reestructuración de mi mente, yo estaba encantada de unirme al grupo de mis vecinas experimentadoras, incluidas una madre y una tía, no se nos vaya a olvidar.
Ellas más que encantadas y chinchando a mí madre con el: “¡Y tú qué pensabas que ella no conocía que era! ¡Anda!”. Yo, por mi parte pensando: “Pero si soy yo, quien debo saber del asunto, ¿no? ¿Dónde me he perdido?”
Una vez metida en el lío, decidí avisar a mis amigas, con todos los riesgos de que se enteraran de la familia tan atrevida que tengo… Ellas, por supuesto, se animaron y el día indicado nos juntamos todas. Mientras los respectivos padres y amigos tomaron posiciones dispares: unos sólo querían cotillear y otros no se tomaron demasiado bien la noticia… Los primeros, los de temer, ya sólo faltaba que aparecieran por allí con una cámara y fotografiaran el momentazo.
La profesora en los temas de aparatos sexuales nos fue mostrando todo su maletín de herramientas, a cuál más peculiar y las mirada desorbitada de mi madre…
- Y esto ¿para qué sirve? ¡Ooooooyyyy! ¡Cúcha tú! ¡Qué variedad!- suelta mi señora madre
- ¡Bueno, pues tú imagínate, el otro con eso puesto!- añade una de sus amigas.
Y yo por dentro: "¡No!, ¡no! ¡Mejor, no!". Sigo en mi ensimismamiento y mis amigas también, dando la casualidad, de que somos nosotras las que menos estamos armando follón. Mi madre, mi tía y amigas, unas colegialas adolescentes en su primera clase de reproducción…: ¡Uy! ¡Mira! ¿Y esto para qué es? ¡Jajajajaja! ¡Anda!, ¡Cuha tú cómo se mueve! ¡Pues yo quiero un delfín de éstos! ¿Y cuánto dices qué cuesta?, etc, etc, etc,...
Pero lo mejor de todo fue el momento de la compra de productos. En mi mente llevaba trajinando mi decisión desde el primer momento y ya sólo estaba entre dos cosas, lo normal en mí. Ahora, una demasiado escandalosa para estar rodeada de madre, tía y amigas y la otra no sé si algo atrevida... Total, que espero a ser la última, cuando la profesora del tema me indica que es mi turno y...
Mi madre echa sus ojos en mí y yo consciente de su tensión comienzo a contagiarme y pienso: "Ya no es sólo que lo que compre me va a delatar, sino que encima la imaginación da mucho juego". Así que algo facilito, de rápida decisión y que no pueda detectarse como muy estrafalario. Así, digo,
- Esto...
Y directamente mi progenitora coloca su vista sobre el objeto. Lo ojea y hace un gesto aprobatorio. "Pufff, ¡ya está! y ahora le toca a ella".
Echa un vistazo, luego otro y se gira hacia mí. No se decide, mis ojos delatan su"mismitico" pensamiento segundos antes. En tensión que se encuentra y yo con mi mirada de medio sorpresa, medio desaprobación. Menos mal que en ese momento entró mi vecino con una cámara de fotos, interrumpiendo nuestra tensión para grabar el momentazo de por vida...
La receta que os dejo hoy es una fantástica gelatina de dos sabores, la cual podéis variar al gusto, tanto en ingredientes de fruta, como según os guste más de sabor dulce, añadiendo más leche condensada o menos... Además, queda de bonita presentada...
Con esta gelatina quiero participar en el
HEMC 47 que este mes trata sobre este tipo de comida precisamente y lo lleva Eva de
El fogón de Eva. Espero que os guste.
Gelatina de natillas y cerezas
Para la gelatina de natillas
Ingredientes
100 ml de nata líquida
1 vaso de cerezas
1 yogur de cerezas
1 yogur de fresa
8 cucharadas de leche condensada (pero puede ir cómo os guste)
6 hojas de gelatina neutra
Para la gelatina de natillas
100 ml de nata líquida
1 natilla danone o de otra marca
1 cucharadita de esencia de vainilla
Galletas Digestive
6 cucharadas de leche condensada
3 hojas de gelatina neutra
Preparamos primero el molde donde colocaremos la gelatina. Para ello, la rociamos con aceite de girasol y con un pincel pintamos todo éste para que quede una fina capa. Llevamos al frigorífico para después.
A continuación deshuesamos las cerezas y las batimos junto a la nata los yogures y la leche condensada. Una vez que tengamos toda la mezcla, dejamos a remojo en agua fría 3 hojas de gelatina durante cuatro minutos. La escurrimos y calentamos con un poco de agua en el micro durante 30 segundos. Sacamos la gelatina del microondas, removemos para que se disuelva por completo y se echa en la mitad de la mezcla anterior batiendo continuamente.
Por último se echa esta mitad sobre el molde preparado y se mete en el frigorífico durante 30 minutos aproximadamente o hasta que haya cuajado casi por completo.
Para la gelatina de natillas, mezclamos la natilla con la nata, la leche condensada y la esencia de vainilla con la batidora hasta que no queden grumos. En segundo lugar se incorpora la gelatina como se ha explicado anteriormente.
A continuación, sacamos el molde del frigoríficos y en la gelatina hacemos unos cortes no profundos, sino como arañazos. Se añaden tres o cuatro galletas digestive y se vuelca la mezcla de natillas. Se vuelve a meter en el frigorífico durante 30 minutos apróximadamente.
Por último, cogemos la mitad de la mezcla de cerezas que habíamos reservado y se le añade las 3 hojas de gelatina restantes como se ha expuesto. Ésta se echa sobre la gelatina de natillas a la que también habremos hecho unos pequeños incisos. Finalmente se deja en el frigorífico hasta que cuaje todo (mínimo cuatro horas)
Para desmoldar, echamos agua muy caliente en un bowl grande o en el mismo fregadero y se pone encima el molde con la gelatina. En dos minutos o cuatro máxime, sacamos el molde del agua y lo volcamos sobre un plato o donde queramos dejar el postre. Es importante guardar el número de minutos, porque si no la gelatina se derretirá. Yo suelo esperar hasta que los bordes de la gelatina se despegan del molde, pero muchas veces se me ha estropeado más de lo debido la gelatina.
¡A disfrutar!